Psoriasis: ¿de qué se trata?
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel de origen multifactorial, caracterizada por la aparición de placas rojas escamosas en distintas partes del cuerpo (1). Evolucionan en brotes interrumpidos por períodos de remisión.
Hoy en día se sabe que esta patología crónica es el resultado de una infiltración de la piel por células inmunitarias (2). Estas últimas mantienen una inflamación cutánea exagerada y estimulan la producción de queratinocitos (células productoras de queratina). Aún inmaduras, se acumulan masivamente en la superficie de la epidermis, provocando un engrosamiento del estrato córneo y la aparición de escamas.
En su forma benigna, la psoriasis se concentra sobre todo en las zonas de fricción (codos, rodillas, antebrazos, zona lumbar…), el cuero cabelludo y las uñas. En su forma grave, puede extenderse de forma impresionante por todo el cuerpo -incluida la cara y las mucosas- y complicarse con afectación reumática o metabólica (3).
Según la OMS, la psoriasis afecta aproximadamente a 125 millones de personas en todo el mundo, con un pico de incidencia notable entre 20 y 40 años (4). Aunque sus orígenes siguen siendo poco conocidos, se ha detectado una fuerte predisposición genética (con un 30 % de formas familiares). Ciertos factores como el estrés, el consumo de alcohol, modificaciones climáticas, infecciones o el consumo de determinados fármacos pueden influir en la aparición de los ataques (5).
Ningún tratamiento puede curar la psoriasis de forma permanente. El objetivo es, por tanto, reducir los síntomas para mejorar la calidad de vida de los enfermos. Como primera línea de tratamiento, pueden aplicarse algunas pomadas antiinflamatorias a base de vitamina D o cortisona localmente. Cuando la superficie corporal afectada es grande, el tratamiento puede basarse en medicamentos inmunosupresores o sesiones de exposición a los rayos ultravioletas. Para las formas rebeldes, la bioterapia (inyecciones de anticuerpos monoclonales) ofrece una remisión en el 75 % de los casos (6). En todos los casos, por supuesto siga las recomendaciones de los profesionales de la salud.
En el día a día, unas sencillas medidas también contribuyen a atenuar el malestar relacionado con la psoriasis, incluso a espaciar los brotes.
Hidratar bien la piel
Las lesiones de la psoriasis causan muy frecuentemente picores (7). Sin embargo, rascarse sólo agrava las descamaciones. Para limitar estos inconvenientes, por lo tanto, asegúrese de hidratar bien su piel aplicando crema hidratante al menos una vez al día, centrándose en las zonas escamosas (8).
Limitar las agresiones al cuero cabelludo
La psoriasis del cuero cabelludo representa un auténtico reto terapéutico, habida cuenta de la presencia de tallos pilosos que impiden la penetración y la adherencia de los tratamientos (9).
Además de aplicar los tratamientos tópicos prescritos por su médico, evite en la medida de lo posible los traumatismos repetidos, que pueden mantener o agravar la inflamación: secador demasiado caliente, diademas, vendas para la cabeza, pañuelos… Mantenga su secador a una buena distancia del cuero cabelludo (como mínimo a 20 cm) y utilice cepillos suaves.
Cubrir adecuadamente sus necesidades de vitamina A
La relación entre psoriasis y niveles de vitamina A sigue sin estar clara. No obstante, un estudio de 2011 halló una menor concentración de carotenoides, una clase de vitamina A, en la piel de sujetos psoriásicos en comparación con sujetos sanos (10). También hay que señalar que esta vitamina interviene en el mantenimiento de una piel normal así como en el funcionamiento normal del sistema inmunitario (11-12).
Para compensar esta posible carencia, oblíguese a tomar frutas y verduras de color amarillo anaranjado como calabaza, zanahorias, boniatos o maíz. Con aprobación médica, también puede optar por suplementos de carotenoides (el complemento Carottol reúne en una sola cápsula beta-caroteno, luteína, zeaxantina y astaxantina) (13).
Evitar los perfumes (y los aceites esenciales)
En caso de enfermedad psoriásica, la piel se hace más permeable a los alérgenos. Los dermatólogos recomiendan por tanto evitar los perfumes y los aceites esenciales que puedan contenerlos (14).
El aloe vera, la planta de las pieles problemáticas
Extraído del corazón de las hojas de aloe, el gel de aloe vera tiene propiedades emolientes y suavizantes debido a su riqueza en mucílagos. Desde la antigua Mesopotamia hasta el Egipto de los faraones, se utilizaba tradicionalmente para combatir diversas infecciones cutáneas. Desde la década de 1930, su uso tópico, ha experimentado un fuerte resurgimiento en dermatología y cosmetología (15). Por vía interna, esta planta también interviene en el mantenimiento de la inmunidad debido a su contenido en acemannan (16).
En el caso de la psoriasis, cuando la piel se pone a prueba, dé preferencia a un gel orgánico de zumo puro de aloe para aplicar directamente sobre sus lesiones (17).
Lavarse con jabón de Alepo
Cuando se trata de cosméticos ¡es difícil encontrar algo más natural que el jabón de Alepo! Formulado a partir del aceite de oliva, de aceite de bayas de laurel y de sosa, es apreciado desde hace más de 3.000 años por sus propiedades purificadoras y limpiadoras .
Gracias a los ácidos grasos que contiene, limita el endurecimiento de las placas y mejora el bienestar cutáneo sin agravar las lesiones psoriásicas. Por tanto, se puede utilizar sin problema para el lavado.
Aumentar la ingesta de omega 3
La relación entre el consumo de ácidos grasos y el nivel de inflamación está actualmente claramente establecida. Por tanto, le recomendamos aumentar su consumo de omega 3 para contrarrestar el contenido excesivo de omega-6 de nuestros platos (excesivamente proinflamatorios) (18-19).
Los omega 3 se concentran sobre todo en el pescado azul, el aceite de colza, las semillas de lino y de cáñamo. Para garantizar una ingesta óptima, también puede optar por una suplementación con estos preciados ácidos grasos (por ejemplo, con el complemento de alta estabilidad Super Omega 3, que combina EPA y DHA procedente de la pesca sostenible) (20).
Hacer cataplasmas de avena
Con un fuerte poder emoliente, la harina de avena elimina suavemente las células muertas al tiempo que calma las rojeces (21). Para utilizarla, es fácil: verter 100 g de harina de avena en 5 L de agua, y llevarla a ebullición. Extender la mezcla enfriada sobre las zonas afectadas y dejar actuar durante 15 minutos antes de aclarar.
Tomar baños de sal del Mar Muerto
Cicatrizante y desintoxicante, la sal del Mar Muerto es una aliada ancestral de las pieles atópicas. También es interesante en caso de rigidez en las articulaciones, que acompaña a la psoriasis grave (22-23). Se disuelve en el agua de baño con una medida de 3 a 4 cucharadas soperas. ¡Efecto relajante garantizado!
Polypodium leucotomos, el helecho de la piel bonita
Polypodium leucotomos es un helecho de la familia Polypodiaceae que crece en los bosques de Sudamérica y Centroamérica. En Honduras, las poblaciones indígenas lo han utilizado desde la noche de los tiempos para aliviar las molestias cutáneas y preservar la belleza de la piel .
Al contener ácidos cafeico y ferúlico , en particular, potentes compuestos fenólicos, su papel en la fotoprotección y su modo de interacción con las defensas inmunitarias son actualmente objeto de varios estudios científicos (24-25).
Este tesoro de la medicina tradicional sudamericana se encuentra en forma de complemento alimenticio (como el Polypodium leucotomos Extract, estabilizado con goma arábiga o de acacia y harina de arroz para una composición 100 % natural).
EL CONSEJO DE SUPERSMART