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¿Cuáles son las diferentes líneas de defensa inmunitaria?

Desde las barreras físicas hasta los macrófagos, los órganos linfoides y los anticuerpos, echamos un vistazo a nuestras líneas de defensa inmunitaria y cómo funcionan en caso de intrusión o infección.

Sistema inmunitario contra microorganismos

Los grandes medios de defensa del sistema inmunitario

Las barreras físicas: primera línea de defensa inmunitaria

Para contaminar y luego infectar el organismo, un microbio debe primero pasar una barrera física como la piel o las mucosas de las vías respiratorias. Algunas de ellas están dotadas de funciones inmunitarias activas y ya pueden neutralizar a los intrusos.

Es el caso de la capa externa de la piel, la epidermis queratinizada, que segrega miniproteínas antimicrobianas (defensinas) y sustancias capaces de inhibir el crecimiento microbiano excesivo, como el ácido láctico.

El mismo principio se aplica a la mucosa del tubo digestivo, que segrega lisozima y lactoferrina.

Numerosas células inmunitarias encargadas de patrullar y eliminar a los intrusos también están presentes en las barreras, como los mastocitos o linfocitos intraepiteliales en la piel y los neutrófilos en la córnea, la envoltura transparente del ojo.

Finalmente, nuestras barreras albergan bacterias comensales, que viven en simbiosis con nosotros y constituyen un obstáculo biológico suplementario para los atacantes potenciales.

Estas barreras impiden que la mayoría de los microbios entren en el organismo, pero algunos de ellos consiguen a veces frustrar su vigilancia.

Los mecanismos de defensa innatos

Si se traspasa una barrera anatómica, el organismo debe primero identificar formalmente al intruso (el no yo).

Para ello, dispone de una segunda línea de defensa muy específica: la inmunidad innata. Los receptores situados en la superficie de algunas de nuestras células (entre ellas, las “células dendríticas”) son capaces de unirse a tipos “comunes” de intrusos, a los que reconocen sin haberlos encontrado nunca antes. Es como si hubiéramos nacido con un catálogo genérico de grandes enemigos capaces de infectarnos, y una serie de patrones y signos distintivos («PAMPs») que los caracterizan.

Para mayor reactividad, nuestros receptores también pueden reconocer moléculas producidas por células humanas infectadas por estos intrusos («DAMPs»).

A continuación, entran en juego varios actores de la inmunidad.

  • Las células fagocíticas (como neutrófilos, monocitos y macrófagos) ingieren moléculas extrañas reconocidas por el organismo (antígenos) y luego las destruyen.
  • Los leucocitos polinucleares (neutrófilos, eosinófilos, basófilos y mastocitos) llegan al lugar y liberan moléculas que desencadenan la inflamación, una reacción estereotipada del sistema inmunitario marcada por el aumento de la temperatura, el dolor y la vasodilatación (aumento del riego sanguíneo para facilitar la llegada de los actores inmunitarios).
  • Las células NK (Natural Killer) eliminan las células humanas que han sido infectadas y ciertas células cancerosas.

Los mecanismos de defensa adquiridos

Cuando se encuentra un intruso por primera vez, se pone en marcha un sistema complementario: la inmunidad adquirida.

Unos glóbulos blancos denominados linfocitos (linfocitos T y linfocitos B) aprenden las características específicas del agresor y las memorizan para atacarlo con mayor eficacia si vuelve a entrar en el organismo más adelante. Para ello, estos linfocitos necesitan ayudantes, las células presentadoras de antígenos (células dendríticas, monocitos...), que se encargan de ingerir al intruso y descomponerlo en fragmentos.

Algunos de los linfocitos se convierten entonces en células de memoria vivirán mucho tiempo, durante años, incluso décadas. Y cuando vuelven a encontrarse con su agresor específico, pueden transformarse en células productoras de anticuerpos (plasmocitos o células plasmáticas).

Los anticuerpos se unen de manera específica a los patógenos que han aprendido a reconocer: también se denominan inmunoglobulinas (igg, igm, iga, ige…). Protegen el organismo de varias maneras:

  • ayudando a las células fagocíticas a ingerir los antígenos;
  • inactivando las sustancias tóxicas producidas por los intrusos;
  • impidiendo a las bacterias y los virus que se adhieran a las células y las invadan;
  • ayudando a los linfocitos NK a eliminar células infectadas o cancerosas.

La vacunación precisamente se basa en esta inmunidad adquirida (o adaptativa) una de cuyas funciones principales es la producción de anticuerpos específicos contra un agresor específico.

Los otros actores de la inmunidad

La inmunidad innata y la inmunidad adquirida interactúan y se influyen mutuamente durante la respuesta inmunitaria. Durante ese proceso intervienen muchos otros actores (1).

  • El sistema del complemento, una treintena de proteínas que se activan secuencialmente, como una cascada de reacciones. Contribuyen a la respuesta inmunitaria, en particular adhiriéndose a los intrusos y atrayendo a las células fagocíticas.
  • Las citoquinas, que son los mensajeros del sistema inmunitario. Son producidas por muchas células del sistema inmunitario cuando se detecta un intruso.
  • Los órganos linfoides, donde se producen y multiplican los glóbulos blancos. También atrapan a los intrusos reuniéndolos y permiten que las células inmunitarias se reúnan en el mismo lugar para interactuar con mayor eficacia. Entre ellos están la médula ósea, el timo, el bazo, los ganglios linfáticos, que están estratégicamente situados por todo el cuerpo, las amígdalas y el apéndice.

La respuesta inmunitaria se detiene cuando el intruso es eliminado del organismo.

Los mejores ingredientes naturales para reforzar las líneas de defensa inmunitaria

Zinc e inmunidad

El zinc es un oligoelemento presente en todas las células del organismo. Contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario mediante tres mecanismos distintos como mínimo (2):

  • Interviene en la maduración, la diferenciación y la protección de los linfocitos B y T.
  • Es un mediador de la respuesta inmunitaria en el interior de las células.
  • Es indispensable para la actividad biológica de las enzimas que interviene en la respuesta inmunitaria (especialmente la timulina).

En general, el organismo absorbe entre el 15 % y el 40 % del zinc presente en los alimentos, principalmente en la carne, los frutos secos, el pescado y el marisco, pero los complementos alimenticios de zinc Los suplementos de zinc pueden ser útiles para compensar una carencia o para ayudar a normalizar el sistema inmunitario. El orotato de zinc (Zinc Orotate) y el bisglicinato de zinc (Advanced Zinc Lozenges) son las formas mejor asimiladas y mejor toleradas.

La equinácea, la planta protectora de los amerindios

Remedio tradicional amerindio, la equinácea es una planta objeto de muchos trabajos por su interés potencial en la modulación del sistema de defensa del organismo.

Hoy en día es una de las plantas medicinales más empleadas en Europa y en América del Norte.

Todavía no conocemos todos los mecanismos de acción precisos de la equinácea, pero parece que estimula la producción de ciertas citoquinas y que ayuda a activar diversas células inmunitarias (macrófagos y linfocitos), gracias a su alto contenido en alquilamidas y equinacósidos (3-4), sobre todo cuando se toma en forma de complemento alimenticio (Immunity booster).

El calostro y sus anticuerpos

El calostro es una sustancia que todas las hembras de mamíferos producen en los días siguientes al nacimiento de sus crías.

Rico en proteínas y anticuerpos, moléculas clave en el sistema inmunitario y en la lucha contra los agentes patógenos, también contiene vitaminas, minerales, moléculas antiinfecciosas (lactoferrina y lisozima, en particular) y zinc, que contribuye a normalizar la respuesta inmunitaria..

Algunos complementos envasados en forma de cápsulas gastrorresistentes (como Colostrum) potencian sus beneficios.

Beneficios inmunoestimulantes del ginseng

Al igual que la equinácea, el ginseng forma parte de las plantas llamadas «adaptógenas», que ayudan al organismo a responder a las agresiones que sufre.

Gracias, en particular, a su alto contenido en ginsenósidos, contribuye a reforzar el sistema inmunitario (5-6), estimulando determinadas células de defensa, entre las que se encuentran los linfocitos, y contribuyendo a la producción de interferones, citoquinas producidas naturalmente en presencia de agentes patógenos en el organismo.

Para aprovechar al máximo sus beneficios, le aconsejamos optar por complementos de ginseng estandarizados en ginsenósidos (como Super Ginseng).

EL CONSEJO DE SUPERSMART

Referencias

  1. Chaplin DD. Overview of the immune response. J Allergy Clin Immunol. 2010 Feb;125(2 Suppl 2):S3-23. doi: 10.1016/j.jaci.2009.12.980. PMID: 20176265; PMCID: PMC2923430.
  2. Zinc for the common cold. Singh M, Das RR. Cochrane Database Syst Rev. 2011 Feb 16;2:CD001364.
  3. Goel V, Chang C, Slama JV, Barton R, Bauer R, Gahler R, Basu TK. Alkylamides of Echinacea purpurea stimulate alveolar macrophage function in normal rats. International Immunopharmacology, 2002 Feb; 2 (2-3) : 381-387.
  4. Sullivan AM, Laba JG, Moore JA, Lee TD. Echinacea-induced macrophage activation. Immunopharmacol Immunotoxicol. 2008;30(3):553-74. doi: 10.1080/08923970802135534
  5. Scaglione F, Cattaneo G, et al. Efficacy and safety of the standardised Ginseng extract G115 for potentiating vaccination against the influenza syndrome and protection against the common cold [corrected]Drugs Exp Clin Res 1996;22(2):65-72.
  6. McElhaney JE, Gravenstein S, et al. A placebo-controlled trial of a proprietary extract of North American ginseng (CVT-E002) to prevent acute respiratory illness in institutionalized older adults.J Am Geriatr Soc. 2004 Jan;52(1):13-9. Erratum in: J Am Geriatr Soc. 2004 May;52(5):following 856.

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