Si bien la inflamación es a veces beneficiosa para el organismo, esta puede resultar nociva cuando se prolonga en el tiempo. Le presentamos 7 trucos naturales para detenerla.
El proceso inflamatorio es una reacción normal del organismo en respuesta a una agresión (virus, bacteria, alérgeno, herida o picadura de insecto, por ejemplo). Esta constituye un mecanismo de defensa de primeria línea indispensable para identificar los daños de los tejidos y/o erradicar los patógenos presentes.
En fase aguda, la inflamación se manifiesta por una dilatación de los vasos sanguíneos que permiten el aflujo de células inmunitarias (neutrófilos y macrófagos principalmente) al área afectada. Así que estos van a digerir (fagocitar) los tejidos heridos, los microbios o las moléculas antigénicas.
Aunque la inflamación favorece la curación cuando esta es puntual, ésta resulta realmente problemática si se prolonga: se habla entonces de inflamación crónica (o inflamación de baja intensidad). Al ser el sistema inmunitario continuamente requerido, este se debilita y se hace más vulnerable a las enfermedades. Por lo demás, este estado inflamatorio silencioso se encuentra en la mayoría de las patologías de larga duración, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o las afecciones autoinmunes (1-3).
Un buen medio de evaluar los niveles de inflamación del organismo es proceder al análisis de sangre de la proteína C reactiva (o PCR)). Sintetizada por el hígado, esta refleja precoz y específicamente la presencia de una reacción inflamatoria aguda o crónica. Un nivel normal de PCR debe ser inferior a 6 mg/L.
Cuando usted se mueve, sus células musculares liberan dos mediadores que disminuyen el nivel de inflamación de forma natural: la interleucina 6 (IL-6) y la interleucina 10 (IL-10) (4). Este hecho es todavía más marcado en caso de esfuerzo físico prolongado. ¡Una buena razón para ponerse sus zapatillas deportivas (o para volverse a poner el traje de baño)!
Si el deporte tiene beneficios inmediatos, este actúa también como telón de fondo favoreciendo la pérdida de peso. Pues bien, las células adiposas posiblemente tienen un efecto proinflamatorio sobre los macrófagos que se infiltran en cantidad en el tejido adiposo (5). Por tanto, al desprenderse de algunos kilos de más, usted probablemente hará disminuir los niveles de inflamación en su cuerpo.
Entrando en nuestro arsenal de defensa, los antioxidantes juegan un papel crucial para mantener un buen equilibrio interior. Por tanto, es importante consumirlos regularmente para sacar el máximo de beneficios de estos.
Líder de la medicina ayurvédica, la cúrcuma tiene propiedades antioxidantes excepcionales, que debe fundamentalmente a su contenido en curcuminoides (6). Desafortunadamente, estos últimos son poco asimilados por nuestro organismo en estado crudo. A pesar de todo, suplementos de vanguardia han logrado corregir este defecto combinándola con fosfatidilcolina natural (como Super Curcuma, cuyos curcuminoides revelan ser 29 veces más absorbibles que los productos convencionales).
Habida cuenta de la complejidad de las reacciones bioquímicas que regulan el cuerpo humano, usted también tiene la opción de diversificar sus aportes de “supermoléculas”, eligiendo formulaciones sinérgicas (al combinar la cúrcuma con 12 sustancias excepcionales, entre las que se encuentra el tulsi, la bromelaína, los gingeroles, la quercetina o la rutina, el complemento Inflarelief es la referencia en la materia) (7-9).
Además de reforzar sus aportes de antioxidantes, revisar más globalmente sus hábitos alimenticios constituye otra forma de disminuir su nivel de PCR.
Por supuesto se aconseja dar preferencia a las frutas y verduras, pero también a las olvidadas leguminosas: fuentes de fibras y de proteínas vegetales, estas forman junto con los cereales integrales una alternativa interesante a la carne –que mantiene los estados inflamatorios (10). Además, estas figuran entre los ingredientes con un bajo índice glucémico , a los que hay que dar prioridad absoluta en la lucha contra la inflamación: ¡adiós al azúcar! (11)
Nuestra alimentación clásica también presenta una proporción omega 6/omega 3 desfavorable. Aunque indispensables, los omega 6 ejercen una acción inflamatoria si se consumen en exceso. Así pues, es sensato reequilibrar la balanza aumentando sus aportes de omega 3 (con pescado graso o aceites de lino, de colza o de cáñamo especialmente) (12).
En cuanto a las “grasas buenas”, el ácido palmitoleico (u omega 7), abundante en nuestros tejidos orgánicos, pero extremadamente raro en nuestra dieta alimenticia, fascina actualmente a la comunidad científica (13). Por tanto, peude ser pertinente optar por una suplementación de este valioso ácido graso (por ejemplo, con Palmitoleic Acid, complemento de ácido palmitoleico purificado, extraído de boquerones procedentes de pesca sostenible).
¿Y si las bayas animasen su nuevo plato? La reputación saludable de estos frutos, pequeños en tamaño pero grandes en beneficios, se debe sobre todo a sus numerosos compuestos excepcionales (14). En primer lugar, se encuentra el arándano y la uva, que tienen propiedades antioxidantes gracias a las antocianinas y a las leucocianidinas que estos contienen (15-16).
Si usted no las compra nunca, considere tomar suplementos de extractos de bayas y frutos rojos para reestablecer su equilibrio interior (con, por ejemplo, AntiOxidant Synergy, fórmula a base de cúrcuma, arándano y pepita de uva reforzada con potentes sustancias naturales, como el té verde, el resveratrol, el glutatión o la corteza de pino.
Nada menos que 41 estudios publicados entre 2003 y 2013 informan sobre una relación entre estrés psicosocial y elevación consecuente del nivel de PCR (17). Por tanto, dedicar tiempo a uno(a) mismo(a) y realizar actividades relajantes o mejorar su control emocional podría actuar favorablemente en la reducción de la inflamación crónica (¡y todavía más en su prevención!)
¿Le vienen a la mente las rodillas y la cadera? Una resina extraída de la corteza de la especie Boswellia serrata, la boswellia contribuye al bienestar articular por su riqueza en ácido boswélico (18-19). Tomado en forma de complemento alimenticio (por ejemplo 5-Loxin®, estandarizado a un 30 % de ácido boswélico para una eficacia óptima), puede ofrecer un valioso apoyo en caso de articulaciones inflamadas.
Como un beneficio añadido, descubra asimismo la corteza del sauce blanco, recomendada frecuentemente por los naturópatas por su riqueza en salicina, que se transforma en ácido salicílico en el organismo.
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